Cifras


 

De una célebre obra de filosofía hermética recuerdo claramente una frase referida a ciertos señores de la ciencia y el saber, citada de memoria dice algo como "matemáticos en su mayoría, sueñan con aprisionar la naturaleza en una fórmula y reducir la vida a una ecuación". La frase me viene a la memoria al observar la cantidad de muertes que tenemos en nuestras ciudades cada fin de semana. Esta situación ha venido engendrándose desde hace algunos años, no obstante, por causas que me son ajenas existe la tendencia a silenciarlas pese a los anuncios de prensa de cada lunes.

Dentro de todo el dramatismo que tal situación tiene implícito hay un punto que sobresalta en forma espantosamente notable muy por encima del conjunto, el asesinato de niños. Estamos ahondando cada vez más en una indiferencia de la que no podemos ser cómplices, los muertos de cada semana han pasado a ser una cifra más que de tanto verla se ha ido desdibujando, como el precio del dólar o el número del ejemplar de periódico que leemos.

Precisamente pienso que en ese acostumbrarnos a las cifras radica la mayor causa de deshumanizaciñn. El año 1993 en las calles de Brasil unos dos mil niños fueron asesinados y la gran masa de la población no reaccionó ante un drama que debía ser la vergüenza de la nación, pero no, estaban acostumbrado a ver las cifras como quien mira con indiferencia los premios de la lotería, para el ciudadano común era más importante mantener ante el mundo la imagen del Brasil sinónimo de samba y fútbol. El pecado mortal, en la acepción más castiza del término, fue para esas criaturas ser pobres.

Las cifras jamás pueden ser vistas como números únicamente, sólo los matemáticos pueden gozar de ese privilegio, para todos el resto de los mortales cada número que pasa ante nuestros ojos tiene un trasfondo del cual no puede ser separado so riesgo de ser un ciudadano que se entera que 20.000 mujeres han sido violadas en Bosnia-Herzegovina y piensa cosas como: ¡que bueno que eso no está pasando aquí!, bueno, ahora que aborten; a lo hecho pecho, ¿qué se le va a hacer?; los soldados obedecían órdenes o que se yo que otra cosa.

Creo que nadie que sea consciente y responsable de sus actos puede permanecer indiferente ante la muerte, máxime cuando quien muere asesinado es un niño, ¿dónde está nuestro sistema judicial?, ¿cuando vamos a salir de la obsolescencia de nuestros tribunales?, ¿cuando vamos a poder salir de nuevo tranquilos a la calle?, ¿cuando todos recuperaremos la credibilidad en nuestras instituciones?

La situación de Brasil debe constituir un espejo en el cual nos debemos ver, ¿es acaso necesario que lleguemos a los niveles de muerte y depravación del Brasil para que nos demos cuenta de la podredumbre que hemos estado arrastrando durante todos estos años?. Es necesario que hagamos algo de forma inmediata para atacar uno de los problemas más agudos con que nos enfrentamos, la delincuencia.

Pero un barrido global que comience por la delincuencia de alto nivel, a cada persona le corresponde un pedazo de la tarea de transformación, desde los miembros del congreso, hasta el último funcionario de la policía que abusa de su investidura y responsabilidades en el ejercicio de sus funciones.

Los señores del saber y el conocimiento no pueden enfrascarse en proponer y elucubrar maneras enajenadas de pagar una deuda externa contraída a espaldas de la mayoría. En todos sus cálculos y proyecciones las personas somos reducidos a un número, que debe producir dividendos. Lo que olvidan es que tales números sienten hambre y sed y no son máquinas que van a funcionar según un modelo preestablecido. Por ellos, recordaba a los matemáticos de la frase.

Las Matemáticas son hermosas, por ellas se que una nación es la suma de sus ciudadanos y que ella cambiará, para bien o para mal en tanto sus constituyentes lo hagan juntos en una dirección determinada, observemos a diario nuestras propias actitudes, ¿hacia dónde nos conducen?, porque hacia allí estamos conduciendo a nuestras patrias.

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