El Costo de los Sueños
La distancia entre los sueños y la realidad puede ser lo suficientemente grande para acomodar unos cuantos cadáveres, aunque sólo uno, producto del asesinato bastaría como evidencia de que algo está marchando muy mal en el contexto de esa pugna humana que hemos llamado sociedad.
Sin embargo, la historia nos muestra con profundo pesar creo, que estamos definitivamente dispuestos a inmolar las vidas que sean necesarias para demostrar la validez de nuestras ideas, siendo que bajo la óptica de la mayor parte de las religiones la vida es un don sagrado que tenemos la obligatoriedad de respetar y preservar. Las amenazas a la vida son una aberración en el curso de las sociedades humanas y cuando vienen de la voz oficial del estado no son ya una alarma sino la más palpable evidencia de una muy profunda descomposición que pasa por la violación de todo estado de derecho y convivencia.
Con un estado inmerso en una carrera armamentista, cuyo discurso incluye el llamado a las armas en búsqueda de una heroicidad romántica, aunada a la presencia de sectores de la sociedad de vidas vacías y carentes de valores dispuestos a creer esos sueños, de unos jóvenes con energía enfocada a emular como héroes a asesinos internacionales que se asoman a la azotea de un edifico para levantar sus armas, el resultado puede ser un masivo derramamiento de sangre, una pérdida de vidas que como en el caso de cualquier guerra resulta no sólo inútil, sino profundamente doloroso. Y al final de este desenlace previsible nos encontraríamos como quien despierta de una pesadilla habiendo cometido un espantoso crimen, el de haber creído que esos senderos tenían otro destino, el de no haber defendido por otras vías lo valioso de nuestra nación, el de no habernos fortalecido como sociedad y no haber nutrido las instituciones que debieron servir de garantes, de barreras de contención a las ansias hegemónicas de quienes aspiraron a destruir todo orden convenido.
Tenemos una innata necesidad de sueños, de planes sobre los cuales edificar la sociedad que consideramos más justa o acorde a nuestros valores, pero como en la termodinámica donde los movimientos tienen asociado un costo energético, cada sueño tiene un coso al ser llevado a la práctica y es muy aconsejable tratar de calcular el costo de nuestros sueños y preguntarnos si el resultado esperado vale la pena el costo que nos exige.
¿En que debemos convertir al hombre para alcanzar esas metas?, ¿cual es el valor de la vida en esos modelos?, ¿cómo une e integra a la sociedad ese proyecto? las respuestas a esas interrogantes nos permitirán evaluar su valor ético y moral, sentarán las bases para su evaluación y valoración, permitirán disponer de elementos de juicio y sobre todas las cosas permitirán decidir, que es igual a ejercer el más sagrado de los derechos que hemos heredado.
Somos portadores de valores que nos sobrepasan, herederos de una llama de vida que ha de permanecer, nuestro ejemplo ha de servir para que otros se calienten en medio de la obscuridad que hoy pugna por arroparlo todo, para que otros puedan encender sus cerillas y sus antorchas y la luz vuelva a iluminar los caminos. Esa es parte de la misión que tenemos, del reto que de alguna forma y por diversas razones ha llegado a nuestros hombros.
En 1997, antes de que las condiciones que han dado origen al presente foro se hubieran recrudecido de la forma que lo padecemos en la actualidad, hice una referencia al discurso del entonces presiente ruso Boris Yeltsin con motivo del sepelio de la familia del último zar de Rusia, un documento que vale la pena releer de vez en cuando y que para nosotros cobra una especial vigencia.
De esa época data el libro "The Politics of Bad Faith. The Radical Assault on America`s Future" de David Horowitz, Touchtone Books. 2000, en cuya página 18 encontramos una lapidaria declaración de Yeltsin relativa a la era que se cerraba en la Unión Soviética y Rusia y que vale la pena traer a la palestra en nuestros días de involución y regresión institucional, abriendo espacios conceptuales que no lo restrinjan al comunismo soviético:
"Es una lástima que los marxistas no hayan triunfado en un país más pequeño, porque no habríamos tenido que matar tanta gente para demostrar que esa utopia no funciona"