El Hilo de Cloto
Tarde en el crepúsculo encontré tu faz
vetustas madejas de hebra entre tus dedos soñolientos de viejas
enclavados los ojos en la sombra de tu manto,
ancianas guedejas desprendíanse de tu sien cansada
calmada, a la espera de tu destino ignoto
mientras tejes el paso de mis pies entre las agrestes colinas
Aciagos senderos hube de transitar,
incontables riscos hube de salvar para acceder al portal de tu morada
franca desilusión embargó esta tez sucia de andariego
rostro fatigado de surcos de espacio andado de tiempo devorado
en claustros y cielos, en arroyos y océanos
hasta poder mirar tu mano infatigable que teje el tartán de las historias
Y te vi, con el rostro bañado por el sudor del tráfago te miré
como quien mira el habitar de los espacios, de las fuentes y los elementos
¿sabes que un día pretendiste escribir en tus hebras mi caminar?
que pensaste en conocer cada palabra de la noche agreste, cada cielo mirado
pensaste en soñar cada beso y cada piel alrededor de mis caminos
emergiste de tu condición para soñar la mía, mis hechos, mis sucesos más remotos
He llegado hoy a tu estancia de aprendiz de alfarero
a decir que sólo has hilado el tiempo de tránsito,
que no alcanzó tu pluma a escribir mi lamento,
que no expresó jamás tu llanto mi dolor, ni sintieron tus carnes marchitas
el ardor de la pasión que habitó mi piel
No sirvió tu voz altanera para prescindir de las consejas
ni enterneció mi oído ante la cara criminal del déspota
no soliviantó mi espíritu tu palabra marchita
la mustia voz de la venganza, la rabia infinita por la muerte
no sirvieron tus dientes gastados para regalar una sonrisa
ni para modular la palabra de esperanza que he procurado esparcir
No has escrito aún la primera línea de la naturaleza humana
ni yace en ti el consejo terrible de la estancia,
el cofre sagrado de las esferas en armonía ha abierto su cara al hombre que sueña
a lo sumo destilas el tiempo confuso y convulso que hemos de aprovechar
pero ni aún ello te pertenece más a que a mí la tierra que me sirve de sustento
destila vieja que nosotros hemos de enaltecer esas horas, hemos de construir el día
sagrado en que volvamos a habitar la morada que Dios nos ha deparado.