Mengua de la Tarde


Cuando mengüen las estrellas de tus ojos fatigados
y se haga queda la palabra de tus labios
dará inicio a su tránsito la vieja estela de la pasión
fugaz verás irse el camino de Cronos
rauda sentirás disolverse la majestad de tus sienes

Estarás postrada en la fatiga de arpegios
rememorando la las épocas idas entre silencio y verdad
hurgarás entre tu frente las palabras viejas y los senderos
transida de dolor andados
quietud de las manos que aguardan
caricias en la niebla de ópalo
voy así, senderos de dedos que cabalgan la impetuosa maravilla que emana de la senda
mi cauce es ahora más lento,
abrigo el antifaz que esconde la mirada glacial

Soy yo entonces la voz que se levanta
en el continuo agitar de alas que revelan los arcanos
la noche tibia y el abrigo de serpientes milenarias
voy a devorar auroras que desplieguen mi paso
construyendo el ladrillo que la carne solitaria habitará
una llama para incendiar la noche
en una pira que rehaga el juego de las sombras
yo habito el cáliz que ilumina los ojos del amante
el rocío que frío disgrega tu faz en pequeños puntos
vivo en el surco obscuro de tu mano
transcribo en tus labios palabra que inflama la estancia
alimentando el terreno de la magia de hacer, rehacer
arcoiris y cometas
soles imposibles que abaniquen tu frío a través de la noche
promesas y sueños que han de girar sus estancias
presagios que hilvanen el tapiz de coloridas esperanzas
y formas mil que surquen esos cielos que me contienen

Así pues llamo a la noche celeste
en el celoso gemir de estas oraciones,
en la mágica presencia de la luna entristecida de nuestro caído pie
y en el manto de grana que orla la fuente
sumerjo mi ser para lavar mi piel enjuta

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