Rabia


No se las razones de la vida y la muerte
ni el terrible soplo de la venganza de la deidad
ignoro las fuentes mágicas que me sustentan,
el curso de las gotas de lluvia caída.

Cuando así miro mi sapiencia
cuando ni siquiera se mis propias razones
siento que me habita el vacío de la llama extinta.
Escucho a los señores expertos dictaminar sus reglas
pero yo, ignorante mortal pongo en duda sus leyes
desafío el basamento de su derecho
las relaciones que permiten el enunciado de su legado
yo desafío vuestras razones,
insulsas palabras vacías de piedad y dolencia.

Es difícil discernir la razón de la penumbra
pero las que sosteneis como leyes
permiten el paso de los dueños de las máquinas
absolutos y obscuros señores de los valores
entre los huesos enmohecidos de los caídos.
No apelo a vuestras cortes inquisidoras
ni al preludio de la autoridad que representais
porque no puedo sacrificarme a vuestro dios
ni puedo erigirme sobre los altares como la justicia
porque soy lo que me ha correspondido,
mas nunca el usurpador de identidades.

Yo os acuso graves magistrados de la ley
entendidos de la cátedra, representantes de la curia
de la desidia y la congoja que he visto
del dolor que ha crecido en vuestro territorio
y os hago padres de los hombres no nacidos
abortados tras nacer, pobladores de aceras,
arrojo a vuestras caras los despojos
con que se alimentan los moradores de la calle
y yo os juzgo, acuso y repudio
desde mi pequeña ventana de fuego
aunque para todos sólo sea... un ignorante mortal.

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