Sepelio de Fantasmas


El espacio delgado de la sentencia
Recubre despacio los bordes de la sábana
En medio de la obscuridad naciente del refugio
En torno a la llave naciente del río
Mi palabra se va disolviendo en una nada de ciega fe.

¿Acaso mueren las estrellas cada noche al mirarlas?
¿Juntan sus oblaciones en la pira de ritos que es el tiempo
Para encandilar el sendero de esa luz escurridiza y abstrusa?
Vago las palabras que sepultan silencios
Mendigo adverbios que delimiten mi sonar
Mi dedo se plena de espacios y fantasmas,
Las aguas obscuras se van precipitando en el cieno de la luz.

Por qué, atisbo, aguardas en tu serena quietud de estanque
Mi paso para arrancar de si la piel lacerada y dolida
Que han hecho de mis manos la escalera en la que subir
La azada y el sable terrible de tinieblas
Este terrible temor de no ser en la nada en la que voy.

La balanza agita sus brazos en escarpada danza
Y en cada movimiento se van juntando las aldabas
Se van asentando los caminos entre brisa y memoria
Amalgamando las algas y las estrellas en lluvias nácar y deseo
En que se van enfrentando las esperanzas de ser
Donde las antiguas veladas engalanan sus altares,
Sus voces de paz de duermevela y quietud.

La muchedumbre que me habita grita en desesperados corolarios
La sed y el hambre de justicia que no le han podido ser satisfechas
Las cadenas terribles de vida y dolor que arrastra desde su inmensidad
Desde su maltrecha condición de desafiante ser.


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