Sino
Vaga estancia de atardeceres de ceniza
canción del viento que baña las sienes y esparce el polen
sombra de niebla que ofusca los ojos y esconde el paisaje
una voz de melodía que emerge sutil y delicada en medio del aire
invita mi ser al reposo de los cansados guerreros
¿qué cantas pequeña hija de fragmentos?
Traigo conmigo estas hojas caídas para alimentar la flama
llevo en mis sienes la noche vieja de luces y maravillas
y mientras me delito en la voz lejana cuyo rostro ignoro
hago un altar de sacrificio con mis hojas
como las otras que traigo también en mis bolsillos
esas viejas palabras puestas en papel de sentencia y sendero
esos estólidos versos no leídos, no fluidos a oído alguno.
Y mientras transcurren estos años, siglos
las estrofas se van desdibujando como arcoiris de magnetismo
si una voz levantara su esencia sobre las arenas,
su casa siniestra bajaría el verde y la grana de la soledad,
espera fuego antes de consumir en humo esas canciones
quizá su destino pueda ser transformado,
tal vez los nuevos vientos traigan esperanzas a sus venas
o una voz melodiosa de vida en sus venas de fuego
a todo el calor que pueden desatar.
Tengo en mis manos tantos destinos que tiemblo al pensarlo
entre otros está tu arteria misma
la fuente de gracia y silencia que mantienes escondida
es tu senda el surco de una mano ignota que marca horas y silencios
pero no has de correr detrás de cada mano extraña que arropa tu
aliento
habitan tus propias entrañas su hálito
no hay senda que andar.., no jamás,
sea tu paso la vara y el rasero de tu misma esperanza.